domingo, 16 de febrero de 2014

Los isquiotibiales. Parte II: Prevención y readaptación a través del equilibrio postural y artro-muscular

... continuación de la entrada anterior: Entender, prevenir y readaptar mejor las lesiones de isquiotibiales.

H. LOS DESEQUILIBRIOS POSTURALES Y ARTRO-MUSCULARES COMO FACTOR DE RIESGO DE DESARROLLAR LESIÓN DE ISQUIOTIBIALES
Identificar los factores de riesgo potenciales que pueden desencadenar las lesiones de isquiotibiales es muy importante para intentar mantener las estructuras del jugador alejadas del peligro. Pero a veces no es suficiente ya que, aunque intentemos mantener fuertes y flexibles los isquiotibiales trabajando de manera excéntrica y en elongación, consiguiendo buenas longitudes óptimas; aunque intentemos evitar desequilibrios entre los isquiotibiales de ambas piernas; aunque intentemos mantener una correcta elongación pasiva y activa del músculo;  aunque intentemos mantener un ratio con los cuádriceps apropiado... es probable que aún así no estemos incidiendo en la causa que provoca la lesión. Y más si las lesiones son repetidas. 
Analizar al jugador en su globalidad y funcionalidad, valorando su postura global y su equilibrio artro-muscular puede aclararnos potenciales causas de riesgo sobre los isquiotibiales que en la literatura no están tan presentes. 
Vamos a mostrar unas teorías basadas en el movimiento funcional y en el desequilibrio artro-muscular, que pueden situar a los isquiotibiales en peligro potencial de lesión.


Vamos a intentar mostrar cómo proteger los isquiotibiales  mediante el fortalecimiento (dependiendo del caso) del glúteo mayor, de los rotadores externos de cadera, del psoas-ilíaco, del oblicuo externo, de los extensores torácicos e incluso del cuádriceps (dependiendo del caso); y manteniendo fuertes y en su longitud óptima todos los abdominales, los flexores largos de cadera, los propios isquiotibiales y los pectorales.

1. El acortamiento de los flexores largos de cadera: la anteversión pélvica y el desplazamiento del cdg hacia delante
La limitación al movimiento de extensión de cadera (o unos flexores de cadera cortos) se ha encontrado asociada a posteriores lesiones de isquiotibiales. Arnason et al. (2005), Gabe et al. (2005), Henderson, Barnes & Portas (2010) y Witvrouw et al. (2003) muestran alguna evidencia al respecto. Gabbe, Bennell & Finch, (2006), identificaron que por cada grado de acortamiento de los flexores de cadera en el Test de Thomas modificado, el riesgo de lesión en los isquiotibiales incrementa en un 15%.
El acortamiento/rigidez de los flexores de cadera que a la vez son extensores de rodilla puede provocar un desequilibrio con sus antagonistas, los flexores de rodilla (isquiotibiales) que en sí mismo puee ser un riesgo de lesión. Pero es probable que las alteraciones posturales y artro-musculares que provocan los acortamientos, sean tanto o más importantes como riesgo de lesión.
El acortamiento de los flexores de cadera provoca la anteversión pélvica. Esta posición proyecta el tronco hacia delante con respecto a la base de sustentación. La anteversión será mayor o menor en función del ratio de acortamiento entre flexores de cadera e isquiotibiales. En general, entre los futbolistas, los abdominales, glúteos y erectores espinales, lamentable e indeseablemente, tienen un papel secundario en el control de la báscula pélvica sagital, sometidos a flexores de cadera e isquiotibiales.
Hennesy & Watson (1993), valoraron 10 componentes posturales como factores de riesgo para sufrir lesiones de isquiotibiales en 34 jugadores previamente lesionados de rugby, hurling y fútbol gaélico. Valoraron rectitud de la posición de la cabeza, simetría de hombros, curvatura espinal, simetría de caderas, alineamiento del tobillo y pie, hiperextensión de rodillas,redondez en la columna dorsal, rectitud de tronco, protusión abdominal y lordosis lumbar. La única diferencia encontrada fue la mayor lordodis lumbar en el grupo de jugadores que habían sufrido lesión de isquiotibiales en el último año respecto al grupo control.
Watson (1995) mostró, estudiando a deportistas de fútbol, rugby y fútbol americano, que tan sólo un 26.5% mantenían la alineación postural lumbar correcta. El 51.9% presentaban un aumento de la lordosis. El índice de lesión muscular (en general, no sólo de isquiotibiales) entre el grupo con desalineación lumbar fue del 67% por sólo un 36% del grupo con columna lumbar correctamente alineada.
Pinto et al. (2003), entre jugadores jóvenes (9-16 años) de fútbol sala también mostró diferencia significativa en la incidencia de lesiones entre los jugadores con y sin correcto alineamiento lumbar (Tabla I).

Tabla I: Valoración postural relativa a la alineación lumbar en el plano sagital. Grupo 1: lesionados; Grupo 2: No lesionados. (Pinto et al. 2003)

En la figura 2 observamos a un jugador con un gran acortamiento del recto anterior femoral (RAF), pero también con un gran acortamiento de isquiotibiales. Su anteversión no parece tan acusada pero sí su inclinación postural hacia delante. Su buen perfil abdominal y glúteo ayuda a contener la anteversión. Por otro lado, el acortamiento de los isquiotibiales, exigidos en su inserción proximal, "acercarán" su inserción distal y provocarán un flexum de rodilla.

Figura 2: Línea de postura adelantada. El jugaor muestra un gran acortamiento del RAF y gran acortamiento también de isquiotibiales

En la figura 3 vemos a otro jugador con gran acortamiento del RAF y acortamiento menos acusado de isquiotibiales. El resultado es una mayor anteversión pélvica. En este caso el mal perfil abdominal no ayuda. La inclinación postural anterior también está presente.


Figura 3: Jugador con línea de postura adelantada con gran retracción de RAF y menor de isquiotibiales que el jugador de la figura 2. ¿Parece presentar mayor anteversión pélvica?

Una linea postural correcta que pasa por el maléolo del tobillo, la rodilla, la cadera, el hombro y la oreja debe coincidir con la línea de plomada situada justo en el borde anterior del maléolo tibial (Fig. 4).


Figura 4: Alineamiento postural correcto en el plano sagital

El jugador de la figura 5 mantiene una postura relativamente buena. El RAF tiene una longitud aceptable y el isquiotibial un acortamiento menor que los jugadores anteriores.


Figura 5: Jugador con buena línea postural, con un RAF aceptable y ligero acortamiento de isquiotibiales

Acortamiento de flexores de cadera, RAA y pectorales, todos músculos anteriores, adelantarán el centro de gravedad y pondrán en jaque a la cadena posterior en su trabajo antigravitatorio, sobrecargando el trabajo muscular de dicha cadena, isquiotibiales incluidos.
Si la línea postural está inclinada hacia delante, la cadena miofascial posterior, a la que pertenecen los isquiotibiales, deberá mantener de una manera continua e intensificada su actividad. Los isquiotibiales, como músculos antigravitacionales estarán obligados a un continuo sobretrabajo muscular  nada deseable.

2. La dominancia de los isquiotibiales sobre los glúteos en la extensión de cadera

El glúteo mayor debe ser el actor principal en la extensión de cadera. La gran dominancia de los flexores de cadera por su sobresolicitación que provoca acortamiento y/o rigidez puede llegar a inhibir al antagonista, el gluteo mayor, en los que Janda denominó inhibición reciproca. El acortamiento de los flexores de cadera limita la extensión de cadera, responsabilidad del glúteo mayor.
Con el Hip Extension Movement Pattern Test (Page, Frank & Lardner, 2010) valoramos el patrón de extensión de la cadera. Con el jugador en tendido prono, se valora la extensión de cadera con la rodilla extendida, atendiendo a la secuencia de activación. El glúteo y el paravertebral contralateral deben activarse inmediatamente. El síntoma más común de un patrón de movimiento alterado es la sobreactivación de los isquiotibiales y el retraso o la ausencia de contracción del glúteo mayor.
Si los isquiotibiales son dominantes presentarán un sobretrabajo en la extensión de cadera, es decir, trabajarán más de lo que les corresponde, aumentando el riesgo de sobrecarga y fatiga. Además esta predominancia sobre el glúteo mayor fomentará la inestabilidad en la cadera (ver entrada específica).
Es bastante común ver este patrón entre los futbolistas. Valorando el timing de activación del patrón de extensión de cadera entre 59 jugadores cadetes y juveniles del RC Deportivo 13/14:

  • 53 piernas mostraban dominio de isquiotibiales (patrón indeseable), 
  • 55 mostraban una activación simultánea y 
  • tan sólo 10 mostraban el patrón correcto con dominio de glúteos.
"Debido a sus múltiples acciones, así como a sus requerimientos de extensibilidad, los músculos de la cara posterior del muslo están sujetos con frecuencia a distensión. Esta distensión puede atribuirse en parte a su sobreuso cuando sus sinergistas están infrautilizados. Un ejemplo de este problema es el uso dominante de los músculos de la cara posterior del muslo y la infrautilización del músculo glúteo mayor. Los deportistas con posturas de balanceo posterior que presentan atrofia y rigidez de su músculo glúteo mayor pueden estar predispuestos a la distensión de los músculos de la cara posterior del muslo" (Sahrmann, 2006)
La postura sway-back inhibe el glúteo mayor y sobrecarga los isquiotibiales

La posición de inclinación posterior de la región superior de la espalda con una posición de desplazamiento hacia delante de la pelvis (sway-back posture; Fig. 6), combinada con una inclinación pélvica posterior y una extensión de la articulación de la cadera, provoca que la línea de gravedad se sitúe marcadamente posterior a las articulaciones de la cadera. Este tipo de postura minimiza el papel del glúteo mayor para mantener la posición erguida del tronco. Los flexores de cadera serán largos o débiles y los isquiotibiales tomarán un indeseable protagonismo en la extensión de cadera.

Figura 6: La postura de inclinación posterior (sway-back posture)


Entre un buen número de nuestros futbolistas apreciamos un patrón postural similar con ligeras particularidades (Fig. 7): 

  • Sí observamos el adelantamiento de la cadera respecto a la línea de plomada que posiciona los hombros más atrás que las caderas con un aumento de la cifosis dorsal y, en determinados casos, hiperextensión de rodillas.
  • Entre nuestros futbolistas, en muchos casos, la retroversión pélvica está contenida por los normalmente cortos/rígidos flexores largos de cadera. El psoas-ilíaco sí que se encuentra debilitado fomentado por, o fomentando, la extensión de la articulación coxofemoral. 
  • La columna lumbar, en este caso, no estará tan aplanada como en la postura sway-back clásica, probablemente por la contención de la retroversión.

Figura 7: Jugadores con adelantamiento de pelvis e inclinación posterior. la fila superior muestra jugadores con aparente hiperextensión de rodillas

  • Es importante fijarse en la presencia o no de hiperextensión de rodillas, que generalmente va asociada a debilidad o déficit de activación de glúteo mayor y del cuádriceps por sobreactivación de los isquiotibiales. La debilidad del cuádriceps tiende a provocar retroversión de pelvis. Por lo tanto, la hiperextensión o no de rodillas nos puede informar, junto con la retroversión o no de pelvis, de la relación entre cuádriceps e isquiotibiales y de la oportuna prescripción de ejercicio preventivo/correctivo al respecto. El síndrome de extensión de cadera con extensión de rodilla se muestra en el siguiente apartado.
En esta postura de inclinación posterior (sway-back), normalmente los denominados abdominales superiores (recto anterior abdominal, RAA y oblicuo interno, OI) suelen estar cortos y los abdominales inferiores (oblicuo externo, OE), débiles. Una posible explicación que ofrece Sahrmann y que nos vale para nuestros futbolistas es la alta prevalencia que existe en el entrenamiento "clásico" del fútbol de los crunchs y de los sit-ups y todas sus variantes como ejercicios de cabecera en el fortalecimiento de los abdominales. Estos ejercicios trabajan el RAA y el OI en acortamiento, sin activar casi nada el OE ni el transverso. Otra explicación es que al tener los hombros más retrasados que las caderas, el RAA actúa como un músculo antigravitacional, cuando no lo es, supliendo la acción que deben realizar los extensores torácicos que estarán débiles/largos.
En esta postura, la cifosis dorsal está incrementada. 
Además de una adaptación o compensación al adelantamiento de las caderas y a la extensión lumbar, y además de la acción del músculo RAA que deprime la caja torácica por delante, otra posible explicación entre nuestros futbolistas, es el acortamiento de los pectorales motivados por las repetidas y continuas flexiones en el suelo (push-ups) que el jugador ejercita una y otra vez como único trabajo del tren superior durante todas sus temporadas a lo largo de su desarrollo físico. Los ejercicios de tracción como pull-ups o modified pull-ups que equilibrarían artro-muscularmente están desaparecidos de los entrenamientos. La relación de ejercicios de empuje vs. tracción del miembro superior debe encontrarse por encima de 1:1 y mejor acercarse a 1:2; cuando la relación más común es ∞:0.


Figura 8: Ejercicio clásico de empuje del miembro superior (push-ups) sobreutilizado contra ejercicios de tracción (pull-ups y modified pull-ups) infrautilizados


3. El síndrome de extensión de la cadera con extensión de la rodilla. 
"El síndrome de extensión de la cadera con extensión de la rodilla se caracteriza por la participación insuficiente de los músculos glúteo mayores durante la extensión de la cadera, y del cuádriceps durante la extensión de la rodilla. Es característico de este síndrome la contracción de los músculos de la cara posterior del muslo, con el pie fijo, para asistir al músculo cuádriceps en la extensión de la rodilla. Cuando este patrón de participación de los músculos de la cara posterior del muslo se hace dominante, puede provocar distensión de los músculos de la cara posterior del muslo por sobreuso debido a la demanda de tensión en la cadera y la rodilla" (Sahrmann, 2006). 
Esto significará que la hiperextensión de rodilla en nuestros jugadores (Fig. 7, fotos superiores) puede provocar una falta de actividad en el cuádriceps. ¿Es posible que los jugadores de las fotos superiores, con aparente mayor hiperextensión de rodillas, presenten una posición de pelvis en menor anteversión que los de las fotos inferiores? Intentaremos en el futuro aclarar más este concepto, extremadamente importante para el potencial riesgo de lesión de rodilla (siguiente entrada).

4. La debilidad abdominal y glútea

Los músculos de la cara posterior del muslo son extremadamente susceptibles de un síndrome de sobreuso cuando son dominantes debido a una ejecución inadecuada de los músculos abdominales y del glúteo mayor.

La musculatura que debe oponerse a la anteversión de la pelvis son los abdominales por arriba, y el glúteo mayor y los isquiotibiales por abajo. En presencia de unos glúteos débiles, los isquiotibiales tomarán el protagonismo formando un par de fuerza con los abdominales.
"Los músculos abdominales y los músculos extensores de cadera tienen acciones sinergistas como par de fuerzas que inclinan la pelvis posteriormente. Cuando trabajan correctamente, los músculos abdominales tiran hacia arriba de la pelvis anterior, y los músculos de la cara posterior del muslo tiran hacia abajo de la tuberosidad isquiática de la pelvis, actuando así como un par de fuerzas que inclinan la pelvis posteriormente (Figura 6). La contribución relativa óptima de estos dos sinergistas no se ha descrito en la literatura, pero la observación clínica indica que existe una considerable variación. En presencia de músculos abdominales débiles, se espera que los músculos de la cara posterior del muslo ejerzan un efecto dominante en la inclinación pélvica posterior. Una vez que este patrón se establece, la acción de los músculos de la cara posterior del muslo se encuentra constantemente reforzada mientras que la acción de los músculos abdominales se reduce. El desequilibrio de la acción contribuye a un desequilibrio de la fuerza, y los músculos de la cara posterior del muslo se valorarán como fuertes y los músculos abdominales como débiles" (Sahrmann, 2006). "Una disminución en la actividad de un músculo de un par de fuerzas se acompaña de un incremento de la actividad del otro" (Sahrmann, 2006).

Figura 9: Par de fuerzas de retroversión de caderas (además del glúteo mayor)

5. La falta de activación de los rotadores externos

El bíceps femoral puede constituirse en el rotador externo de la cadera dominante por disminución de la actividad del principal rotador externo, el glúteo mayor; y de los rotadores laterales intrínsecos de la cadera: músculos obturadores, géminos, cuadrado crural y piramidal.

Si el bíceps femoral debe acaparar un protagonismo que no debe tener en la rotación externa de cadera, tendremos otro síndrome de sobreuso y riesgo de distensión

Un entrenamiento de la musculatura profunda-estabilizadora de la región lumbo-pélvica-caderas, consistente en ejercicios de control consciente de esta musculatura y en la ejercitación de planchas dorsales y frontales en suspensión (Fig. 10), se ha mostrado reductor de la rigidez de los isquiotibiales, medida ésta por la angulación de la rodilla en el test supino de extensión de rodilla pasiva con cadera a 90º (Kuszewski, Gnat, & Saulicz, 2009).

Figura 10: Plancha dorsal (izda.) y frontal (dcha.)

6. El exceso de flexión lumbar (síndrome de flexión lumbar)
Un alteración artro-muscular, o mejor dicho, una alteración del patrón motor de movimiento de las caderas que hemos encontrado de manera mayoritaria entre nuestros futbolistas, es el exceso de flexión lumbar compensatorio de la rigidez de la flexión de cadera. Nos encontramos con una falta de estabilidad lumbo-pélvica (poca rigidez relativa del segmento) con un movimiento de flexión de cadera demasiado rígido. Es seguro que el acortamiento de isquiotibiales impida una correcta flexión funcional de cadera y el exceso de la flexión lumbar.
Esta flexión lumbar puede verse reflejada en la valoración de la postura con plomada en el plano sagital (Fig. 11), pero muchas veces es un síndrome que aparece con la movilidad lumbo-pélvico-caderas en flexión, manteniéndose oculto en la valoración postural en bipedestación. Incluso jugadores con aparente anteversión pélvica e hiperlordosis pueden mostrar este síndrome de flexión lumbar en actividades de flexión de la cadera (Fig. 12).


Figura 11: Jugadores con aplanamiento lumbar en bipedestación


Figura 12: Jugadores con aparente anteversión pélvica y lordosis lumbar incrementada que muestran claros síntomas en movilidad de flexión lumbar con falta de flexión de caderas

¿La cadera es rígida a la flexión por el acortamiento de los isquiotibiales o los isquiotibiales están cortos por la inmovilidad de la cadera? 

Lo que está claro es que con una cadera rígida a la flexión, compensada por flexión lumbar acrecentada, la cadera nunca promoverá el estiramiento de los isquiotibiales, por lo que el número de sarcómeros en serie será limitado. En este escenario, la longitud óptima del músculo (donde se produce la máxima tensión) se produce en longitudes musculares pequeñas por lo que los husos musculares "activarán" antes el reflejo protector de estiramiento. Es probable que esta situación aumente el riesgo de lesión de isquiotibiales cuando la flexión de cadera durante la práctica deportiva sea requerida en rangos amplios, sobre todo combinada con extensión de rodilla. 
No es extraño encontrar síndromes de flexión lumbar en jugadores con lesiones recidivantes de isquiotibiales.
En la figura 13 mostramos un ejemplo de un futbolista de élite con una gran flexión de cadera y estabilidad lumbo-pélvica con un futbolista juvenil con tendencia a la flexión lumbar.


Figura 13: Comparativa de flexión de cadera con estabilidad lumbo-pélvica vs. flexión lumbar aumentada con flexión de cadera

Podemos comprobar mediante el test de extensión de rodillas sentado (Fig. 14) la presencia de un síndrome de flexión lumbar. Si manteniendo la posición de la pelvis y la lordosis natural, las rodillas no se extienden hasta que las tibias alcancen un ángulo menor de 20º con la horizontal, el síndrome de flexión lumbar puede estar presente; con mayor gravedad a mayor ángulo de las tibias con la horizontal. El jugador de la figura 14 muestra un ángulo de 60º con la horizontal manteniendo una lordosis lumbar estándar.


Figura 14: Extensión de rodillas sentado manteniendo la estabilidad lumbar (lordosis lumbar natural). Nótese la rotación externa de rodilla indicativa de un probable mayor acortamiento del bíceps femoral respecto a los otros isquiotibiales

De la misma manera podemos utilizar este ejercicio como un trabajo corrector del patrón de flexión. Manteniendo la lordosis (estabilidad lumbar) con los erectores lumbares activos, el jugador debe realizar un número determinado de repeticiones aguantando 1-2 seg en la posición límite. Un balón medicinal agarrado con la manos a la altura de los hombros y con los codos estirados ayudará a crear un momento de extensión lumbar.
Un ejercicio imprescindible para mejorar el patrón motor de flexión de cadera estabilizando la columna lumbar y elongando los isquiotibiales, es la anteroflexión de cadera en bipedestación con pica (Fig. 15). Colocamos una pica a lo largo de la columna vertebral y la sujetamos posicionando la mano (agarrando) entre la pica y la columna lumbar a la altura del ombligo (L3) para asegurarnos así de mantener la lordosis lumbar. La otra mano apoya la pica en la zona occipital y evitará en todo momento que se separe. El jugador se inclina hacia delante con flexión de caderas, provocando una ligera flexión de rodillas para desplazar la pelvis hacia atrás. De esta manera se consigue mantener la columna lumbar sobre la base de sustentación y que el brazo de palanca sobre la columna lumbar no sea demasiado grande. Si el jugador consigue mantener la pica en contacto con el sacro en todo momento, el movimiento lo producirán las caderas pero si la pica se separa del sacro, la columna lumbar se estará flexionando. Conseguir sobrepasar los 60º de la pica con la vertical manteniendo unos 25º de flexión de rodillas y la pica pegada al sacro garantizará una buena movilidad lumbo-pélvico-caderas en flexión. 
Este test debe ser un requisito para garantizar una buena estabilidad lumbar previo a alcanzar antes de ejecutar parallel squats, peso muerto, cargadas y otros ejercicios que demanden una buena flexión de caderas y una buena estabilidad lumbar...


Figura 15: Ejercicio o test de anteroflexión de cadera en bipedestación con estabilidad lumbar. A la izda. ejecución correcta y a la dcha. ejecución incorrecta por flexión lumbar (pica separada del sacro)

En las categorías inferiores del RC Deportivo de La Coruña, los equipos de rendimiento, Deportivo B, Juvenil A, Juvenil B y Cadete A, trabajan específicamente una vez por semana, durante unos 75 minutos aproximadamente, este trabajo de movilidad funcional que llevamos describiendo en las últimas entradas. La selección de ejercicios se compone de ejercicio multiarticulares de fuerza general con ROMs funcionales y saludables, ejercicios preventivo/correctivos generales (con una prevalencia entre la mayoría de los jugadores) y ejercicios correctivos particulares atendiendo a las debilidades de cada jugador. ¿Un día a la semana es suficiente? No duden que dos días sería ideal pero la disponibilidad de tiempo es limitada. Aún así me gustaría mostrar la eficacia de este trabajo mostrando la evolución de un jugador desde Cadete A hasta Juvenil A (tres años de trabajo) en la anteroflexión de cadera en bipedestación. A pesar de que su retracción isquiotibial sigue siendo muy importante, el patrón de flexión y la estabilidad del raquis es muchísimo mejor (Fig. 16). La mejoría es clara. Ofrecer a los jugadores, aunque sea sólo una vez a la semana, unos movimientos generales y funcionales que lleven sus articulaciones a los máximos ROMs adecuados, y que estabilicen y equilibren artro-muscularmente lo que probablemente estropea la práctica especializada del fútbol y la sedestación prolongada de la vida cotidiana, seguro que disminuirá el riesgo de lesión y aumentará la eficacia de sus movimientos.



Figura 16: Evolución en el patrón de flexión de caderas tras tres años de ejercicio correctivo (1 sesión/semana) a pesar de mantener una alta restricción en la elongación de isquiotibiales

En resumen:
  • Unos cuádriceps dominantes y la anteversión de cadera aumentan el riesgo de sufrir lesión de isquiotibiales
  • Unos cuádriceps con falta de activación, dominados por los isquiotibiales aumentan el riesgo de lesión de isquiotibiales
  • Unos isquiotibiales dominantes sobre el glúteo mayor en la extensión de cadera aumentan el riesgo de lesión de isquiotibiales
  • Un bíceps femoral dominante sobre los rotadores externos de cadera aumentará el riesgo de lesión del músculo
  • Unos isquiotibiales dominantes sobre el glúteo mayor y los abdominales en la retroversión de cadera aumentan el riesgo de lesión de isquiotibiales
  • Un síndrome de flexión lumbar, dominante sobre la flexión de cadera aumentará el riesgo de lesión de isquiotibiales
  • Unos pectorales y un recto anterior abdominal corto también pueden ser partícipes de un incremento del riesgo postural de lesión de isquiotibiales

Referencias:


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Sahrmann, S. (2006). Diagnóstico y tratamiento de las alteraciones del movimiento. Barcelona: Paidotribo

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4 comentarios:

  1. Estas entradas son una maravilla... Hay alguna manera de contactar con vosotros personalmente? Gracias, un saludo.

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    1. En el formulario de contacto. Al final de la columna derecha.

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  2. Ignacio se que han pasado más de 3 años desde esta publicación, pero quería darte las gracias por todo lo que aportas, y como lo aportas, ya que haces muy fácil su entendimiento. Mil gracias maestro!!

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    1. Casi han pasado 4 años y le falta actualización porque en 4 años se publican muchos papers. Pero gracias. Al final lo que es importante es el modelo de trabajo.

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